jueves, 20 de diciembre de 2007

He muerto de amor algunas veces

Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.


De "Si ves que te hablo y anochece"- 2004




La Sombra del Membrillo Junio 2004, N°. 2.


Es la primera vez que vuelvo sobre
alguno de mis poemas para reflexionar sobre
el proceso que me condujo a escribirlo.
Siempre hay una primera vez. Como el poema
no lo he elegido yo, me encontraré con más
libertad para decir algo sobre su creación.
Quien haya leído ya algún poema mío habrá
podido comprobar que yo no sigo método
alguno, es decir, nunca me planteo un tipo
de estrofa, nunca me planteo una
determinada rima (sí me planteo, sin duda,
el ritmo del poema). El no seguir un método
no es algo que sólo se pueda aplicar a mis
versos, sino que debe aplicarse, por suerte o
por desgracia, a mi vida. Lo que escribo, por
tanto, refleja bien mi manera de ser. Un
profesor de mis tiempos universitarios me
definió como un “totum revolutum”. En aquel
momento no me sentó bien, pero con el paso
de los años he comprendido que no andaba
muy desencaminado.
El proceso creativo de “He muerto de
amor algunas veces”, a pesar de no constituir
un ejemplo poético de nada, tiene aspectos
que se pueden considerar comunes cuando
escribo -por cierto, yo no soy escritor
(profesional), soy escribidor (aficionado) -.
Uno de los aspectos comunes que quizás no
se ve tan reflejado en el poema es el tiempo
que tardo en escribirlo: mucho. Primero surge
la experiencia originaria, es decir, el
acontecimiento que provoca los versos. En
este caso se trata de un hecho real, una
conversación con una amiga que atravesaba
malos momentos a causa de un amor no
correspondido. Si unimos a este hecho una
serie de lecturas que por esos momentos me
rondaban (el poema “Noche oscura” de San
Juan de la Cruz, la “Canción desesperada”
de Neruda, algunos versos de Alberti...),
obtenemos la experiencia originaria del
poema. Lo demás ya es pura elaboración o
experiencia textual. Otro de los aspectos
comunes que rodean casi todo lo que escribo
son los espacios y los tiempos. Respecto a los
espacios, son tres los que constantemente me
circundan: Córdoba, Málaga y Granada, y
eso se nota constantemente en mi forma de
escribir (los naranjos y el olor del azahar de
Córdoba, los elementos marítimos
malagueños, las fuentes de agua cristalina y
los arrayanes de la Alhambra de Granada...).
Respecto a los tiempos, confieso que la noche
y el momento en que despunta el alba son
mi predilección. La noche es el tiempo poético
del amor por excelencia. Cuando amanece,
todo se transforma, como el perfume del
azahar, hasta la siguiente noche.


Antonio José Mialdea Baena (1968) es un
destacado especialista en la figura de San
Juan de la Cruz. Doctor en Filología y
licenciado en Estudios Eclesiásticos, tiene en
su haber la publicación de numerosos trabajos
sobre la recepción en España del místico de
Fontiveros. Entre ellos destaca la reciente
publicación de su tesis doctoral, La recepción
de la obra literaria de San Juan de la Cruz en
España (siglos XVII-XIX) (Madrid, Fundación
Universitaria Española, 2004). Como editor,
su interés por la lexicografía histórica le ha
llevado a la edición del Alfabeto Segundo del
lexicógrafo cordobés Francisco del Rosal, de
1601, así como País de ensueño (1911) y Libro
sin título (1912), de Antonio Porras Márquez.
Vinculado a la Universidad de Córdoba en
el campo de la Teoría de la Literatura y de la
Recepción literaria, es también asiduo
colaborador de revistas como Cuadernos del
Sur, San Juan de la Cruz o Alfinge. Mialdea
une a su interés investigador una actividad
creadora no menos interesante, en la que
sobresale su poemario inédito Si ves que te
hablo y anochece…






La Sombra del Membrillo Junio 2004, N°. 2.
Israel Scheroff
HE MUERTO DE AMOR ALGUNAS VECES



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